El germen del motorcade, o caravana de autoridades.
Las caravanas de autoridades, denominadas a veces como presidenciales o, directamente, motorcade, son un fenómeno protocolario y de seguridad con gran trayectoria histórica. En términos absolutos, han existido desde el inicio de la civilización como tal, debido a la necesidad de trasladar, por vía terrestre, a líderes u otro tipo de autoridades entre dos puntos concretos.
La llegada del automóvil, a finales del siglo XIX, cambió por completo el esquema previo, y este tipo de traslados comenzaron a realizarse en vehículos a motor, en lugar de berlinas o carruajes de tracción animal.
El triunfo del automóvil como medio de transporte de autoridades.
La llegada del automóvil a los motorcade, tal y como los conocemos hoy en día, se produjo en 1903, cuando el Presidente de los Estados Unidos, Theodore Roosevelt, hizo uso de una serie de vehículos a motor durante un acto en la ciudad de San Francisco, algo que volvería a repetir de nuevo en 1910, cuando asistió a un espectáculo aéreo en St. Louis, Missouri.
Esto sentó un importante precedente, ya que desde ese momento, numerosas autoridades comenzarían a utilizar automóviles en sus desplazamientos, tanto privados como oficiales. De hecho, el término motorcade fue acuñado por un periodista en el año 1911, tras las apariciones de Roosevelt en automóvil.
Rediseñando el motorcade.
Estos automóviles han resultado, y resultan, de suma importancia en los viajes, y algunos de los mismos han pasado a la historia por situaciones propias de la época o de tiempos convulsos. Un ejemplo de ello es el caso del famoso Gräf & Stift Double Phaeton del Archiduque Francisco Fernando de Austria, asesinado a bordo del mismo en 1914 durante una visita a Sarajevo (Bosnia y Herzegovina), lo cual dio inicio a la Primera Guerra Mundial.
Posteriormente, un fallo de seguridad en un acto del Presidente de Estados Unidos, Franklin D. Roosevelt, en 1933 obligó a rediseñar por completo tanto el concepto como la configuración de los motorcade. El fallido intento de asesinato del Presidente se saldó con la muerte del Alcalde de Chicago, Anton Cermak, que lo acompañaba en el automóvil. Desde ese mismo momento, y más con la Segunda Guerra Mundial en ciernes, las caravanas de autoridades en Estados Unidos se realizaron con vehículos cubiertos, flanqueados por otros vehículos escolta, con sirena.
El final de la guerra relajó la tensión con respecto al transporte de autoridades, y en la gran mayoría de países y territorios volvieron a utilizarse automóviles descapotables, a pesar de la pugna que mantenían, por aquel entonces, Estados Unidos y la Unión Soviética. Sin embargo, el trágico asesinato del 35º Presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, en 1963, durante un motorcade en la ciudad de Dallas (Texas), hizo que la gran mayoría de gobiernos e instituciones volviesen a plantearse el realizar este tipo de desplazamientos con vehículos capotados e, incluso, blindados.
Este hecho marcó un precedente sin igual, a pesar de la gran seguridad que comportaba este tipo de actos. De hecho, el Presidente de la Unión Soviética, Leonid Brézhnev, sufrió un intento de asesinato similar en 1969, frustrado al hacer uso de vehículos blindados e idénticos. La excepción en la regla la marcó el Papa de la Iglesia Católica, Juan Pablo II, cuando sufrió un intento de asesinato en 1981 en su automóvil descapotable, lo que hizo que, salvo en contadas ocasiones, él mismo y sus sucesores hayan hecho uso de automóviles cubiertos.
El motorcade en la actualidad: un impresionante despliegue de seguridad.
Desde comienzos de los años ochenta del siglo XX, la mayor parte de los servicios de seguridad de gobiernos e instituciones aumentaron significativamente todas las medidas de seguridad en los motorcade. Para ello, desde entonces y hasta ahora, la gran mayoría de estos actos suelen implicar un despliegue de fuerzas de seguridad muy importante.
Además de todo ello, a la caravana principal suelen escoltarla diferentes vehículos del Gobierno o Institución, así como Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del destino. Se acotan accesos, se hace uso de tecnología de inhibición de artefactos explosivos, se revisan edificios adyacentes y se realizan sucesivos rastreos y vigilancia aérea.
Este aumento exponencial de la seguridad ha hecho que los motorcade se hayan convertido en verdaderos espectáculos en los que se entremezclan la seguridad y el protocolo, atrayendo a numerosas personas a los mismos. En la actualidad, Estados Unidos, China y Rusia se configuran como los máximos exponentes a este respecto. No obstante, la gran mayoría de países del mundo suelen disponer de importantes protocolos formales y de seguridad al respecto de la configuración y desarrollo de este tipo de caravanas.