Evolución de los viajes GITT: de Alfonso XIII a Felipe VI

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En abril de 1916, los entonces Reyes de España, Alfonso XIII y Victoria Eugenia de Battenberg, realizaron una visita a la localidad de Écija (Sevilla, España). Durante la misma, que duró aproximadamente una hora, los Reyes hicieron un recorrido por las calles del municipio, siendo recibidos por autoridades locales y ciudadanos. Llegaron y abandonaron Écija en automóviles.

Más de cien años después, en febrero de 2020 sus homólogos, Felipe VI y Doña Letizia, Reyes actuales de España, realizaron una visita al mismo municipio. La visita tuvo una duración aproximada de dos horas, y en ella se hizo gala de un importante despliegue de seguridad, de protocolo y mediático que evidencia la significativa evolución y complejidad que han alcanzado los viajes de Gobiernos y Grandes Instituciones hoy en día. Es interesante realizar una comparativa de ambos viajes para poder apreciar estos cambios que son, sin duda, tremendamente considerables en muchos aspectos.

Por ejemplo, la principal diferencia entre ambos desplazamientos es la motivación de los mismos. En 1916, los reyes realizan un viaje de ocio, una simple visita turística, guiada por los Marqueses de Peñaflor, que los acompañaron en un paseo por el pueblo. Sin embargo, en 2020, Felipe VI y Doña Letizia, realizaron un viaje motivado por un acto institucional: el ayuntamiento de Écija iba a tener el honor de galardonar al Rey con el Bastón de Mando, y este, otorgaría el Premio Princesa de Girona a las escuelas Sagrada Familia. Esto, influyó en la preparación minuciosa del viaje, tanto por parte de la Casa Real, como del Pueblo de Écija, durante la etapa de consideraciones previas al mismo. Así, la fecha se marcó en la Agenda anual de la Casa Real para el 6 de febrero, y se informó a los medios de comunicación locales y nacionales, sobre los motivos y los principales detalles de la visita.

En contraste, no se muestran indicios de que hubiera una etapa de consideraciones previas en el viaje de 1916, al no existir demasiada información previa a la visita, en los medios de la época ni evidencias sobre la planificación institucional, con antelación, del desplazamiento. Esto se debe, en parte a que esta visita se podría enmarcar en lo que ahora llamamos viajes privados o no oficiales, que se incluyen dentro de la categoría de viajes GITT (Governmental and Institutional Travel and Tourism), pero que conllevan una planificación y unos requerimientos protocolarios menores que los oficiales; aquellos en los que las figuras ejercen un determinado rol institucional, al tratarse estos últimos de viajes motivados por el ejercicio de sus funciones como miembros de un gobierno o institución.

Cuando se trata de viajes privados, de ocio o por motivos personales de cualquier tipo, estas personas suelen preferir que no se conozca ningún detalle del desplazamiento. Pues bien, en 1916, esto fue algo que no se respetó. La población no había sido informada sobre la visita que iba a realizarse y, sin embargo, se produjo una filtración de información que fue recogida en los medios de la época -como “La Opinión Astigitana”-, por lo que los astigitanos sí llegaron a conocer ciertos detalles del viaje antes de que este se produjera. Este es uno de los motivos por los que en los viajes GITT se da una gran importancia a qué personas reciben o acceden a qué información concreta, pues las filtraciones pueden, incluso, poner en peligro la integridad física de las personas que conforman la Delegación.

Pero a pesar de que la visita de 2020 sí fue planificada, e incluida en la agenda oficial de la Casa Real, las autoridades locales fueron notificadas con no demasiado tiempo de antelación, lo que no proporcionó mucho margen de maniobra. Aun así, las pertinentes delegaciones de los gobiernos local, provincial y autonómico, fueron designadas y estuvieron presentes en el día señalado para atender y acompañar a la Delegación regia. Además, dentro de los preparativos de la visita, se organizó el correspondiente viaje de avanzada en el que, una semana antes de la misma, se trasladaron miembros de los equipos de seguridad y protocolo a la localidad astigitana con objeto de comprobar todos los aspectos importantes del recorrido de la Comitiva, solicitar la información necesaria de las personas que estarían en contacto con los reyes durante la visita y mantener las reuniones preparatorias con los equipos homólogos y las autoridades regionales.

En otro orden de ideas, las diferencias entre los medios de transporte utilizados para ambos desplazamientos, también son remarcables. En 1916, los reyes se desplazaron desde Sevilla, donde habían estado inaugurando la Gran Pista de la futura Exposición Iberoamericana de 1929 y visitando los pabellones terminados de la misma, hasta Écija en un Hispano-Suiza 30, acompañados por un motorcade conformado por cuatro coches más, en los que se desplazaban el Maques de Viana, el Duque de Santo Mauro y dos autoridades más no identificadas. A su llegada a la localidad astigitana, descansaron en el Palacio de Peñaflor, desde donde fueron acompañados a pie por los señores del mismo, los Marqueses de Peñaflor, en un paseo turístico por la ciudad.

En contraposición, los reyes Felipe y Letizia, realizaron el desplazamiento en el Dassault Falcon 900B hasta el aeropuerto de Sevilla, donde los esperaba un helicóptero que los trasladó hasta Écija. Además, se sabe que, en caso de que hubiera habido condiciones meteorológicas adversas, existía un plan alternativo, por el que el Falcon aterrizaría en la Ciudad de Córdoba, a 52 kilómetros de Écija, y los reyes habrían sido trasladados en motorcade hasta ésta.

En 1916, no hubo tampoco recibimiento oficial como tal para los monarcas; poco más que el que les hicieron los Marqueses de Peñaflor al llegar al palacio. Sin embargo, en 2020, al tratarse de una visita oficial de los reyes, las autoridades de Écija los recibieron oficialmente en el Museo Histórico Municipal, donde tuvo lugar la ceremonia de entrega del Bastón de Mando. Al terminar la ceremonia, los reyes, acompañados de las autoridades se dirigieron a los diferentes puntos marcados en la ruta para, finalmente, abandonar la ciudad en el mismo helicóptero que los llevó hasta ella, y embarcar, en el aeropuerto de Sevilla en el Falcon para volver a Madrid. Esto también contrasta con el dispositivo utilizado en 1916; en aquella visita, el Rey Alfonso XIII y la Reina Victoria Eugenia, abandonaron Écija en el mismo vehículo en el que habían llegado, acompañados del motorcade correspondiente que los había escoltado a su llegada. Ambas visitas coinciden al utilizar los mismos transportes para la ida y la vuelta, pero éstos son completamente distintos, debido a los lugares de origen de los que partían ambas comitivas, así como a las distintas épocas en las que se realizaron cada uno de los desplazamientos.

Resulta evidente que, el siglo que separa una visita de otra ya es suficiente para que ambas sean muy diferentes; los tiempos cambian y la seguridad de estas personas ha aumentado significativamente con el paso de los años… No obstante, hay que tener en cuenta que, como hemos comentado, ambos viajes no tienen la misma motivación y, por ello, las condiciones de éstos cambian. A pesar de ello, un viaje de cualquier miembro de una familia real actual, con motivación privada, contaría, igualmente, con mucha más seguridad que el realizado por Alfonso XIII y Victoria Eugenia, allá por los albores del siglo pasado y que hemos querido utilizar para realizar una comparativa y, poder visualizar con ejemplos, la evolución de los viajes GITT a lo largo de más de 100 años de historia.

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