Historia de los Viajes GITT

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El ser humano ha realizado desplazamientos por todo el mundo, prácticamente, desde el inicio de su existencia. El instinto del homo sapiens, siempre nos ha conducido a la exploración y colonización de diferentes territorios, gestándose así las ciudades, Estados y países en los que ahora vivimos.

Edad Antigua: guerras y emisarios.

Pero no podemos empezar a usar el término diplomacia, en el sentido estricto de la palabra, hasta las Guerras Médicas (492 a.C. – 478 a.C.) de la Grecia Clásica. Este conflicto, que enfrentó a las polis griegas y al Imperio Aqueménida, obligó a entenderse a las ciudades de Atenas y Esparta, formando la llamada Liga Helénica1, a través de un entramado diplomático sin precedentes hasta la fecha. En este contexto, la Liga Helénica envió emisarios políticos a negociar con Jerjes, rey del imperio Aqueménida, con el objetivo de evitar o finalizar el conflicto2. Aunque las negociaciones resultaron infructuosas, supusieron el germen de lo que, más tarde, serían las misiones diplomáticas. Siendo generosos, podríamos marcar el contexto de las Guerras Médicas como el inicio de los viajes gubernamentales e institucionales.

La expansión a través de los territorios y el establecimiento de la cultura helénica como modelo, sobre todo tras la muerte de Alejandro Magno, motivaron la aparición de múltiples Estados que compartían intereses políticos y económicos. En consecuencia, siglos después, los romanos comenzaron a hacer uso de embajadores o representantes, para parlamentar con tribus como los sabinos y los etruscos3. Posteriormente, extenderían y profesionalizarían esta actividad durante la Guerra de las Galias y en la provincia de Judea.

Sin embargo, durante la Antigüedad, los viajes gubernamentales, y la diplomacia en general, se caracterizaron por la improvisación. No existía, oficialmente, la figura de un embajador ni tampoco el concepto de viaje gubernamental como tal. Los emperadores romanos solían visitar las diferentes provincias del Imperio, así como otros territorios, para lograr acuerdos con las élites locales. Este tipo de viajes no contaba con organización o normas que regulasen su funcionamiento, no obstante, podemos detectar en ellos el primitivo origen del Viaje Gubernamental e Institucional.

La Edad Media: consolidación de la diplomacia.

 Es en la Edad Media cuando empieza a tomar forma la diplomacia, siendo la Santa Sede la pionera a este respecto, enviando misiones diplomáticas temporales a los reinos con el objetivo de resolver las diferencias espirituales y territoriales de los mismos1. Estos viajes comenzaron a sucederse con frecuencia y reunieron, en territorios neutrales, a líderes internacionales.

Más adelante, hitos importantes como los descubrimientos de nuevas rutas de comercio, hicieron emerger a grandes personajes como Zheng He y Marco Polo. El primero de ellos, el almirante chino Zheng He, realizó multitud de viajes con fines diplomáticos. He estaba al servicio del emperador Yongle, cuyos intereses se centraban en regiones como El Tíbet, Nepal, Tamerlán, Japón o Siam. En este sentido, los viajes realizados por Zheng He, amén de la exploración, tenían un marcado carácter institucional, al viajar en representación del Imperio2.

La era de los grandes descubrimientos…

La configuración de los Estados Modernos, hizo surgir la figura del embajador para tratar la situación político-económica de los Estados. Este período se caracterizó por nuevos descubrimientos territoriales, así como por la aparición de nuevos países y la consecuente disminución de los imperios tradicionales3. Pero no será hasta el siglo XVIII, que el número de viajes gubernamentales aumente de manera exponencial, debido a la Revolución Industrial (1760-1820), ya que el comercio entre los diferentes Estados empezó a proliferar, intensificando así las relaciones entre Estados.

No obstante, habría que esperar hasta el mandato en Estados Unidos de Ulysses S. Grant como presidente, para que se estableciese el Viaje Gubernamental tal y como lo concebimos a día de hoy. Fue Grant quien llevó esta denominación más allá, extendiéndola también a los viajes de ocio que realizaba como presidente, pero fuera del ejercicio de sus funciones, en los que se reunía, no sólo con los mandatarios de los países que visitaba, sino también con las élites y empresarios locales.

El siglo de las dos grandes guerras.

El siglo XX fue determinante para los viajes GITT, debido a los numerosos eventos histórico-políticos que se sucedieron durante el mismo, como las guerras, la expansión de los medios de comunicación y el importante desarrollo tecnológico. Por estos motivos, y sobre todo tras la Segunda Guerra Mundial, las relaciones entre los diferentes países empezaron a ser constantes y a especializarse y la diplomacia se extendió a la práctica totalidad de los órganos de Gobierno e instituciones de los países.

Las numerosas alianzas y organizaciones surgidas crearon, de forma indirecta, un ‘modus operandi’ que marcó el cariz de los viajes GITT. Ya no se trataba únicamente de viajes diplomáticos bilaterales, sino que comenzaron a proponerse una serie de objetivos relacionados con el medio ambiente, los Derechos Humanos o el desarrollo de los países menos avanzados. El centro neurálgico se descentralizó, sobre todo a raíz de la descolonización de África y Asia, surgiendo con ello multitud de países que tuvieron que organizar su estructura administrativa a todos los efectos.

La globalización.

El fenómeno de la globalización supone, sin duda alguna, el auténtico triunfo de las Relaciones Internacionales, de los preceptos establecidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y, por ende, de los viajes gubernamentales e institucionales. En este sentido, los gobiernos de los distintos países del mundo se han visto “obligados” a entenderse a través de los diversos foros en los que participan sus líderes y representantes internacionales.

Este precepto ha llevado a la necesidad de realizar constantes viajes gubernamentales e institucionales que, en un inicio, no han sido tratados como deberían. Esto se debe, en parte, a lo novedoso que supone, en términos históricos, el concepto de viaje gubernamental. Es cierto que este tipo de desplazamientos ha existido siempre, sin embargo, habría que esperar hasta la segunda mitad del siglo XX para observar la evolución de lo que conocemos hoy como Viaje GITT.

En este sentido, la necesidad de estandarizar este tipo de viajes, ha resultado fundamental para comprender cómo funcionan y por qué se realizan. Segregarlos de los viajes turísticos ordinarios ha supuesto un gran avance en la gestión de los mismos, pues en un mundo globalizado, este tipo de viajes se llevan a cabo con asiduidad, suponiendo una de las piedras angulares de las relaciones internacionales.

 

 

 

 

 

REFERENCIAS

1HERÓDOTO. Historia, VII. p. 205.

2CARTLEDGE, P. Termópilas: La batalla que cambió el mundo. Ariel, Barcelona, 2010. p. 174.

3MORA IGLESIAS, E. La diplomacia romana durante el patriciado (509-367 a.C.), Káñina 37. UCR, San José, 2013. pp. 289-291.

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