A mediados del siglo XX, durante los primeros compases de la Guerra Fría, la tensión entre el bloque occidental, liderado por Estados Unidos, y el bloque oriental, liderado por la Unión Soviética (URSS), desencadenó una serie de conflictos en todos los continentes, siendo uno de los más importantes el estallido de la Revolución Cubana (1953-1959), que terminó con la victoria de los revolucionarios comunistas, el embargo comercial de Estados Unidos al país y el consecuente acercamiento del nuevo gobierno cubano a los postulados de la URSS.
Esto desencadenó la ruptura, prácticamente total, de las relaciones diplomáticas entre los gobiernos cubano y estadounidense, implicando incluso a terceros países alineados con EEUU. La larga e importante crisis entre Cuba y EEUU estuvo salpicada, además, por momentos de importante tensión entre ambos países como, por ejemplo, la Invasión de la Bahía de Cochinos en 1961, la Crisis de los misiles de Cuba en 1962 o la Invasión de Granada en 1983.
Las constantes pugnas entre Cuba y EEUU motivaron un gran número de encuentros diplomáticos con el objetivo de relajar las tensiones entre estos dos países vecinos. Sin embargo, y a pesar de la caída de la URSS en 1991, tanto el régimen cubano como EEUU siguieron manteniendo una importante paz armada, en la que se sucedieron constantes desencuentros.
Sin embargo, tanto la llegada del Presidente Barack Obama a la Casa Blanca, como el relevo de Fidel Castro por parte de su hermano Raúl, relajaron la tensión entre ambos países, y comenzó lo que se ha denominado como “deshielo cubano”. La Administración Obama inició una serie de tácticas diplomáticas que llevaron a Cuba y a EEUU a un importante acercamiento, con la reapertura de embajadas en Washington y La Habana.
En 2015, en la Séptima Cumbre de las Américas, celebrada en Panamá, Barack Obama y Raúl Castro escenificaron, de forma presencial, el acercamiento entre Cuba y EEUU, con una pequeña reunión entre ambos, en la que se restablecieron ciertas relaciones económicas y se eliminaron determinados aspectos del histórico embargo estadounidense.
El momento histórico llegó poco después, cuando al año siguiente, en marzo de 2016, y 88 años después de que un presidente estadounidense pisara tierra cubana por última vez, Barack Obama, junto a la Primera Dama Michelle Obama y parte de su familia, aterrizaron en el Aeropuerto Internacional de La Habana al mediodía, con el objetivo de mantener una importante cumbre bilateral con su homólogo Raúl Castro. Al bajar del Air Force One, que viajó acompañado por dos aviones C-17 de la Fuerza Aérea de EEUU, la Delegación estadounidense fue recibida, con honores, por parte del Canciller cubano, Bruno Rodríguez, autoridades de la Cancillería y miembros de la Embajada de Estados Unidos en La Habana.
La magnitud de la Delegación también fue histórica, ya que al Presidente estadounidense lo acompañaban más de 800 personas, incluyendo a asesores, personal de protocolo, equipo de seguridad, empresarios e, incluso, personal de cocina. A ellos se sumaron más de 1500 periodistas de medios de comunicación de todo el mundo, lo que originó un verdadero colapso hotelero en La Habana y localidades colindantes.
El inicio de la visita comenzó con un paseo por el casco histórico de La Habana y una visita a la Catedral, siendo recibidos por el arzobispo. Poco después, tras una visita guiada por el centro de La Habana, y un importante despliegue de seguridad cubano-estadounidense, los Obama cenaron, en privado, en el restaurante San Cristóbal.
Tras alojarse en la Embajada de EEUU, al día siguiente comenzó el encuentro con Raúl Castro, así como una reunión en la que también participaron empresarios estadounidenses y cubanos. El encuentro atrajo, además, a numerosos diplomáticos de otros países, así como a la banda de rock británica Rolling Stones, que ofreció un concierto gratuito en la Ciudad Deportiva de La Habana.
El resultado de esta histórica cumbre, amén del deshielo entre ambas naciones, se tradujo en la llegada de más de 250.000 turistas estadounidenses en 2017, aportando más ingresos de los que, por ejemplo, obtiene Cuba con sus exportaciones de azúcar. Además, cadenas hoteleras como Marriott y Starwood comenzaron a operar en Cuba, así como empresas telefónicas como AT&T, lo que refleja que este tipo de viajes no solo impactan de forma positiva a nivel diplomático, sino que lo hacen, a muchos otros efectos, en los destinos.